Volverás a Alaska

A estas alturas ya me declaro fan incondicional de Kristin Hannah, es el tercer libro que leo de ella y todavía no he leído ninguno que me haya decepcionado.

Volverás a Alaska es muy diferente a los otros libros que había leído de ella, porque los otros dos estaban centrados en la segunda guerra mundial y se contaban en el presente y en 1940, en cambio este sucede todo en los años 70, un momento en el que las mujeres tenían sus derechos muy recortados y eso es algo que hay que tener en cuenta.

Se centra en el personaje de Leni y su familia, que se mudan a Alaska esperando que eso sirva para ayudar en la recuperación de su padre, excombatiente de guerra y con síndrome de estrés post traumático antes de que se catalogase como una enfermedad. Que de todas formas no me parece excusa para el comportamiento del señor… y creo que incluso me hubiera gustado más si su comportamiento hubiese salido de la nada y no hubiese tenido esa continua necesidad de justificar por qué se comporta así.

Madre e hija piensan que el cambio le va a sentar bien y va a empezar a recuperarse. Al principio es así pero con el paso del tiempo todo vuelve a la misma espiral de maltrato y miedo. Una espiral de la que Leni no es consciente hasta que no ve como su padre pega a su madre delante de ella, momento en el que abre los ojos a la realidad de lo que pasa en su familia y momento en el que empieza a apartarse de él, pero no de su madre.

Y el libro cuenta momentos realmente angustiosos, porque al aislamiento del maltrato se suma el aislamiento de Alaska, especialmente durante el invierno, como se las ha llevado allí para alejarlas del mundo y que sean solo suyas. Como ambas son conscientes de la situación pero no pueden hacer nada para cambiarlo, más que tratar de no provocar su ira. Y lo de provocar se usa mucho en el libro, probablemente si no hubiera pasado por una de esas situaciones en la que cambias por no provocar la ira de tu pareja me hubiera hecho enfadar, pero en una situación de violencia de género las cosas funcionan así, el maltratador te manipula hasta tal punto que crees que sus explosiones de ira son culpa tuya, porque algo habrás hecho. Y es un círculo al que entras sin darte cuenta, que te aísla y que hace que sea difícil, que no imposible, salir de ahí.

Por eso entiendo el papel de la madre de Leni en la historia, por qué se siente culpable cuando le dicen que abandone a su marido, el miedo a que él esté en casa y la culpa por desear que no esté para poder vivir tranquila y ser quien quiere ser, y no una versión mutilada de si misma y condicionada por las explosiones de rabia de su marido. Como continuamente lo justifica y vuelve a caer en la trampa de “esto no volverá a pasar, perdóname, voy a cambiar”. Pero es maravilloso como Leni ve que son falsas promesas y que nunca va a cambiar, como ella si despierta a la realidad que están viviendo y como, poco a poco, su madre termina también aceptando esa realidad.

De nuevo en una época en la que, por lo que cuenta el libro, maltratar a una mujer no tenía consecuencias, no se les hacía caso y los maridos debían maltratar lo normal, como aquí hasta hace no tantos años.

Lo que no me ha gustado del libro es la historia de amor metida con calzador que vive Leni, no me ha gustado nada y hubiese prescindido totalmente de eso. Porque no tenía ningún sentido y porque si es un homenaje a la inquebrantable fuerza de las mujeres lo que pasa al final, para mí, es totalmente contradictorio. Me dio la sensación de que tenía que haber historia de amor o el libro no nos iba a gustar. En realidad, es algo que también me pasaba con El ruiseñor, que también había cierta historia de amor metida con calzador por allí, pero en este parece como el objetivo final de la historia de Leni y no creo que después de todo lo que pasa necesitase ese supuesto final feliz, con el que no podía evitar preguntarme para quién había sido feliz ese final.

Pero a pesar de que el final me lo saltaría ha sido una historia que ha merecido la pena leer. Es necesario que se hable del maltrato sin romantizarlo y sin convertirlo en la relación que todas querríamos tener como pasa con After, quizá todas esas niñas que leyeron After y vieron en Hardin al hombre ideal deberían leerse este libro para ver la verdadera cara de Hardin, porque desde luego no puede tener otra que esa.

Coleccionista de muñecas, fotógrafa, adicta a los musicales, a Londres, a crear blogs, a twitter y últimamente también adicta a youtube.

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