El fabricante de muñecas

Hay varias cosas de este libro que me recuerdan a otras historias, historias que además me gustan mucho, así que esperaba que El fabricante de muñecas se hiciera un hueco en esa estantería de historias especiales, pero no lo ha conseguido.

Es una historia de fantasía ambientada en la segunda guerra mundial, una mezcla que a mí no ha conseguido convencerme. Porque hay otras historias que mezclan fantasía y segunda guerra mundial, por ejemplo Jardín de Invierno, pero la forma en la que lo hacen es totalmente diferente a la forma en la que lo hace este libro. Normalmente cuando hay esa mezcla de fantasía y realidad en una situación de violencia extrema son los personajes huyendo a su propio mundo interior para lidiar con la pesadilla que están viviendo. Pasa en El laberinto del fauno (que, en su momento, fue fuertemente criticada mi círculo de amigos de entonces porque ellos iban a ver fantasía y no una película de la guerra civil, a mí me encantó). Pasa en La vida es bella, aunque de una forma un poco distinta porque es el padre quien crea todo ese mundo imaginario para que su hijo no sepa lo que está pasando realmente. Pasa incluso en El niño con el pijama de rayas, donde su protagonista vive en una realidad alternativa porque es un niño, porque cree que su padre es un héroe y porque no es consciente de lo que está pasando en realidad.

Pero en este libro no pasa, en este libro la magia y la fantasía son reales y nos tenemos que creer que la magia existe en entornos tan hostiles como las deportaciones de judíos y el campo de exterminio de Auschwitz. Así que yo me he pasado toda la lectura esperando ese momento de revelación, ese momento en el que se descubre que la magia no es real y que no es más que una forma de escapar de la realidad que están viviendo los protagonistas. Y ese momento no se produce.

Además es todo demasiado infantil, llevaba más de 100 páginas y me parecía estar leyendo un cuento para niños, cuando no hay ninguna indicación de que esta historia sea un cuento para niños. Y esa sensación de que estás leyendo un cuento infantil no desaparece ni siquiera al final del libro.

Una mezcla que a mí no me ha convencido, una mezcla que hemos visto anteriormente y que si ha funcionado, aquí para mí no lo ha hecho, justo por esa insistencia en que la magia es real y las muñecas están vivas.

Coleccionista de muñecas, fotógrafa, adicta a los musicales, a Londres, a crear blogs, a twitter y últimamente también adicta a youtube.

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